He decidido llevar las experiencias con vino al siguiente nivel, y te lo voy a demostrar.

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Cuando trabajaba en Londres, mi oficina quedaba cerca de la mítica Savile Row, Mayfair. De vez en cuando pasaba por allí y me detenía a admirar los escaparates de las sastrerías a medida con más solera del viejo continente: Huntsman & Sons, Gieves & Hawkes, Henry Poole & Co, etc. Algún día, pensaba yo, me haría un traje en una de ellas.

Siempre he apreciado el buen vestir, confieso que en mi armario se hallan varias prendas hechas a medida. No se si es esta una analogía del gusto por el vino, porque en mi bodega sucede algo parecido. Guardo grandes botellas para cada momento, imperturbables al paso del tiempo en una zona oscura y resguardada, como si de un armario lleno de prendas se tratara.

Quizás nunca te lo habías planteado, pero elaborar un vino y un traje tienen mucho en común, pura artesanía a medida que produce piezas irrepetibles e inigualables.

Por ello organicé  una reunión entre amigos, donde Joaquín nos abrió Sastrería Prats y nos mostró los secretos que susurran sus tijeras, José nos descubrió Remírez de Ganuza y todos brindamos junto a mis amigos con nuestras copas Riedel, por supuesto.

Mr. Howell