Enclavada en el corazón de la Rioja Alavesa, La Casa de Cosme Palacio abrió sus puertas a un grupo selecto de amigos de Mr. Howell, que vivieron una experiencia de lujo discreto, la tradición vinícola y gastronomía vasco-riojana.

La experiencia, día a día

Sábado 8 de marzo: un viaje a través del tiempo y el vino

El reloj marcaba las 11:00 cuando los invitados cruzaron el umbral de La Casa. Desde el primer instante, la sensación de exclusividad era palpable: un entorno reservado solo para ellos, con un equipo volcado en hacer de su estancia algo memorable.

La jornada comenzó con una visita por las instalaciones. Este recorrido destapó la historia y el carácter de este emblemático enclave. Desde la bodega centenaria hasta las antiguas caballerizas, cada rincón contaba una historia y cada piedra respiraba tradición.

La experiencia se hizo aún más sensorial con la cata de los vinos de Cosme Palacio, donde los matices, los aromas y las texturas dieron forma a un viaje sensorial sin igual. El buen comer riojano se materializó a la hora del almuerzo, con un asado tradicional servido en la propia Casa. Una mesa compartida, el aroma de la leña y la conversación fluida entre copas de vino hicieron del momento una celebración del buen vivir.

Después de un festín para los sentidos, llegó el tiempo de descanso. Algunos optaron por explorar los viñedos en bicicletas eléctricas, otros prefirieron relajarse en los jardines con una copa en mano, mientras las conversaciones sobre el vino y la vida fluían sin prisa.

La noche trajo consigo una cena elaborada por el chef de La Casa. Platos donde la cocina vasco-riojana se expresaba con maestría, maridados con referencias cuidadosamente seleccionadas, cerraron una jornada inolvidable. Pero la velada no terminaba allí. En la sala de estar, el “Wine & Chat” se convirtió en el epílogo perfecto: historias, anécdotas y risas compartidas al calor de una copa bien servida.

Domingo 9 de marzo: atravesando los muros de Laguardia

La luz de la mañana bañaba los viñedos cuando el grupo se reunió para un desayuno tranquilo y sin prisas. El aroma del café, el pan recién horneado y la sensación de haber dormido en un rincón que pocos tienen el privilegio de conocer creaban el ambiente perfecto para comenzar el día.

A las 11:00, el Defender con chófer esperaba para llevar a los asistentes a la Despensa de Cosme Palacio, una parada imprescindible para descubrir algunos de los productos más selectos de la región. Acto seguido, un paseo por las calles empedradas de Laguardia, guiado por un experto en la historia del pueblo medieval, transportó a los invitados a otra época.

Con la despedida llegó el momento de las últimas fotos, los abrazos y la certeza de haber formado parte de algo irrepetible. La Casa Cosme Palacio no es solo un alojamiento; es una cápsula de historia, un refugio de lujo y un santuario para los amantes del vino.

Y como todo lo bueno, solo unos pocos tienen el privilegio de vivirlo.